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Fri24May2019

Una revolución global para impulsar la agricultura y ganadería familiar

Cuando hablamos de agricultura y ganadería familiar no hablamos sólo de producción de alimentos, hablamos de respeto al medio ambiente, de protección de la biodiversidad, de creación de empleo y de lucha contra el despoblamiento.

Desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, única organización de ámbito nacional que participa en el Foro Rural Mundial –la entidad que aglutina a nivel mundial a las asociaciones de la agricultura familiar- defendemos la necesidad de impulsar una revolución global, surgida desde los pueblos y que inunde toda la sociedad, por un modelo sostenible y de futuro, que garantice un suministro de alimentos de calidad a un precio justo para productores y consumidores.

La ONU ha declarado el periodo de 2019 a 2028 como “Decenio de la Agricultura Familiar”. Debemos aprovechar esta declaración mundial para conseguir políticas concretas de apoyo a este modelo productivo, a todos los niveles.

En el ámbito nacional, es urgente la aprobación de una Ley de la Agricultura Familiar, que fomente, apoye y proteja a los productores. A nivel europeo, es la Política Agraria Común la que puede hacer mucho para apoyar este modelo.

La presencia viva de la población rural y su compromiso con las producciones agrícolas y ganaderas desde la agricultura familiar, es determinante para suministrar y asegurar alimentos de calidad a la sociedad y para la conservación de los recursos naturales y el desarrollo sostenible.

La actividad responsable de los agricultores y ganaderos de carácter familiar permite una correcta gestión del agua, la protección de los bosques y las zonas de montaña, la prevención de los incendios forestales o el freno a la desertización.

El modelo de agricultura familiar tienen como riqueza fundamental el desarrollo de una actividad sostenible, la generación de gran parte de la actividad económica en el territorio rural, gestionando el territorio, produciendo alimentos de calidad y fortaleciendo un tejido social a lo cual contribuye de una manera esencial la participación de las mujeres; todo ello en contraposición a una agricultura de índole industrial, sin base social y dominada en muchos casos por corporaciones empresariales (agroquímicas, industriales y de la distribución) con intereses muy contrarios a los que defendemos desde UPA, y cuyas acciones suelen generar impactos negativos en la rentabilidad y viabilidad de las explotaciones familiares y en la sostenibilidad del territorio rural y medio natural.

El próximo Gobierno que surja tras las elecciones del 28 de abril deberá tener muy en cuenta a la agricultura familiar. Por ello, proponemos el desarrollo de una política transversal de apoyo al modelo de agricultura familiar sostenible. Esta política deberá contemplar ventajas en medidas de apoyo, prioridad y preferencia a la agricultura familiar y la remuneración de los bienes públicos aportados, entendiendo como agricultura familiar la que gestiona de manera directa la explotación y que esté vinculada al territorio.

Este apoyo se deberá concretar también en una ley específica y en un estatuto de la agricultura familiar, con unas ayudas específicas para las explotaciones de agricultores profesionales vinculadas al territorio. Igualmente creemos que se debe crear un “Observatorio de la situación y evolución de la agricultura familiar”.

La agricultura familiar es la que mejor puede servir para alcanzar una igualdad real entre hombres y mujeres en el mundo rural, así como el reto de conseguir un relevo generacional efectivo que resuelva el problema del envejecimiento en los pueblos.

El gran problema del relevo generacional es el acceso a la tierra. Si no fomentamos que los agricultores, conforme lleguen a la edad de jubilación, dejen las tierras para que los jóvenes las puedan trabajar, no haremos nada. Es preciso arbitrar medidas para que nuestros agricultores se jubilen dignamente y de esta manera el joven pueda acceder a los medios de producción.

Es necesario aprobar políticas públicas diferenciadoras a favor de los jóvenes, que promuevan el relevo generacional en la actividad agraria, y el reconocimiento social, jurídico y económico de la juventud dentro del sector agrario.

Pero todas estas medidas no servirán de nada si no establecemos unas reglas del juego claras en toda la cadena agroalimentaria que persigan otro de los retos –si no el mayor- que enfrentamos los pequeños agricultores: la falta de precios justos para nuestros productos.

La cadena agroalimentaria sigue enormemente desequilibrada, con industrias y cadenas de la distribución cada vez más concentradas y más poderosas. Ese enorme poder nos mantiene atados de pies y manos. Nuestras únicas opciones son la integración cooperativa y sobre todo la existencia de unas leyes que protejan al eslabón más débil.

La mejor ayuda para las explotaciones familiares es establecer normas que impidan los abusos y que nos permiten ser rentables, para vivir dignamente de la venta de nuestros productos. Ese es nuestro objetivo. Por ello luchamos cada día desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos y desde cada una de nuestras explotaciones en toda España. No dejaremos de hacerlo, nos sobran ganas e ilusión por un futuro distinto. Un futuro en el que medio rural, y los agricultores y ganaderos ocupemos el lugar que nos merecemos en la sociedad.